César Chávez, campeón de los explotados

A los 10 años César Chávez ya era un trabajador migrante en los campos donde su familia cosechaba frutas y verduras. En los años 30, la familia de Chávez viajaba constantemente por los sembradíos del suroeste de los Estados Unidos, trabajando muy duro para tratar de sobrevivir la época de la Gran Depresión Americana.

Este hombre, cuyo nombre se convertiría en símbolo de la lucha por los derechos de los trabajadores migrantes, se instaló en San José, California donde un cura local le enseñó sobre los principios de San Francisco de Asís y Gandhi. Las lecciones que aprendió y el ejemplo de Martin Luther King Jr., lo inspiraron a dedicar su vida a la lucha no violenta y a la resistencia pacífica.

En 1952, Chávez se convirtió en uno de los principales organizadores de la Organización de Servicio Comunitario (Community Service Organization, CSO). A través de ellos conoció a la también activista Dolores Huerta, y en 1962 los dos fundaron la Asociación Nacional de Trabajadores del Campo (National Farm Workers Association) que más tarde se convertiría en la Unión de Trabajadores del Campo (United Farm Workers Union, UWF).

Como buen vegetariano acérrimo, Chávez entendió la conexión entre la explotación de los seres humanos y la de los animales utilizados como comida. En 1990, escribió estas famosas palabras que han servido de inspiración al mundo entero, “La bondad y la compasión hacia todas las criaturas vivientes son las características de una sociedad civilizada. Por el contrario, la crueldad dirigida en contra de los seres humanos o los animales, no es competencia exclusiva de una determinada cultura o grupo humano. El racismo, la explotación económica, las peleas de perros, las peleas de gallos, las corridas de toros, y los rodeos tienen el mismo origen: la violencia. Sólo cuando rechacemos la violencia hacia toda forma de vida, habremos aprendido a vivir en paz”.