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Monthly Archives: February 2015

¿No sería más fácil?

Diferencia

Los mexicanos, siempre creativos y jocosos, tienen un dicho muy preciso para la gente metiche y que habla por hablar. Ellos dicen: “Calladita te ves más bonita”. Y su generosidad establece una gran verdad.

¿No sería mucho más práctico, fácil y eficiente decir siempre lo que pensamos exactamente? En nuestra vida personal, hemos establecido mentiras y excusas de todos los colores, blancas, amarillas, negras y hasta multicolores. Muchas veces se prefiere ser políticamente correcto en vez de poner énfasis e hincapié en lo obvio, evidente y real.

El estudiante que “tiene potencial” es el flojonazo que no está interesado en hacer nada de nada; el compromiso “impostergable y de último minuto” es la vieja excusa para dejar plantadas a amigas de toda la vida y el famoso “te llamaré después” nunca se cumple. Todo por no decir la verdad tal y como es. Desnuda, franca, directa. Yo particularmente estoy harta de las mentiras y excusas de todo tipo. Ya no tengo tiempo ni para oírlas, ni para tolerarlas.

Y lo mismo sucede en el mundo de los derechos de los animales. Los “likes” de Facebook, las bendiciones para la vida eterna, los “nunca cambies” y demás hierbas no le sirvan para nada a los animales. En todos estos años he conocido a gente de entusiasmo efervescente que – tal vez en un momento de euforia temporal – deciden ayudar a la causa prometiendo tiempo, dinero, proyectos, y apoyo de todo tipo. Todo un globo aerostático de promesas que se desinfla rápidamente cuando se solicita profesionalismo, compromiso, limpieza, puntualidad y eficiencia. Un globo que se desinfla cuando negamos la solicitud de dinero a gente loca que nunca tiene como prioridad la causa de los animales.

Caso similar sucede cuando se pasa al campo de las opiniones y principios impartidos por los múltiples líderes del movimiento. Las críticas abundan cuando el discurso es claro, contundente y no cambia con los tiempos. Se nos vuelve a acusar de extremistas, de rebeldes sin causa, de terroristas y nuestro discurso se tergiversa o edita para beneplácito de quienes abusan de los animales.

Cuando nuestro amigo y colega, el filósofo español Dr. Jesús Mosterín, le dice a un torero que  consiga una beca para encontrar un trabajo decente, ese es exactamente el mensaje que quiere dar. Cuando nuestros colegas de PACMA en España dicen que boicotearán el Toro de la Vega hasta las últimas consecuencias, eso es precisamente lo que harán. Cuando Ingrid Newkirk, presidenta de PETA, dice que estamos trabajando para que llegue el día en el que las tendencias especistas terminen completamente, ese es el mensaje central que recibimos y debemos difundir.

Quienes trabajamos por los derechos de los animales usamos una inmensa variedad de estrategias para hacer que nuestro mensaje cumpla su objetivo. Algunos optarán por métodos paulatinos; otros más directos. Algunos serán un poco más tolerantes y otros serán brutalmente honestos; pero lo que nunca debemos permitir es que el mensaje de las organizaciones que realmente trabajan por los animales, sea vituperado o distorsionado.

Como sabiamente explicó Ingrid Newkirk en la Conferencia Mundial por los Derechos de los Animales 2014, es comprensible que existan discrepancias entre activistas; pero NUNCA debemos olvidar que tenemos enemigos comunes más importantes y más poderosos. El activismo por los animales no es un pasatiempo, algo que hacer durante los fines de semana o un club. Es una lucha constante, agobiante, demandante que educa constantemente para liberar.

Ingrid dice que no debemos permitir que en vez de tener una fuerte columna vertebral prefiramos tener un cartílago endeble en su lugar. Esta es una metáfora gringa que equivale a decir que debemos tener ovarios y testículos para enfrentarnos a aquellos que se empeñan en explotar a las criaturas que defendemos. Debemos alzar nuestra voz ante cada abuso, ante cada crueldad, ante cada inconsistencia, ante cada insulto, ante cada mentira que intente empañar los logros que hemos conseguido. Ten siempre en cuenta que para ser la voz de los animales no necesitas perder la vida como ellos; simplemente necesitas ser su voz y ejecutar acciones concretas.

Ingrid afirma que la mayoría de la gente aún sabe muy poco de las miles de naciones animales que comparten el planeta con nosotros. Se desconoce que los perros pueden reconocer y usar más de 200 palabras básicas; que las ratas son capaces de sentir remordimiento; que los peces tienen una clara percepción del tiempo; y que los perritos de las praderas utilizan cientos de verbos en las comunicaciones con sus congéneres. Aún se ignora que, a pesar de no poseer piernas, las serpientes se transportan cubriendo miles de millas de distancia; que los chimpancés bebés le mienten a sus madres; y que las cotorras tienen un apodo cariñoso de por vida para todos sus hijos. ¿No es esto simplemente asombroso y maravilloso?

Que quede claro que estas no son características humanas que queremos aplicar a los animales. Estas son características que los animales comparten con los seres humanos y es precisamente por eso que su abuso sistemático debería ser algo que nosotros entendiéramos a la perfección. Bajo ese concepto no podemos aceptar las falacias de carnes “libres de crueldad”, “gallinas felices criadas al aire libre” o “criadores responsables”. Esos conceptos simplemente NO existen. Esas etiquetas carecen de valor, ya que la única que realmente los ayuda es la que dice “Producto Vegano”.

Una vez, un seguidor de Gandhi, le preguntó con mucha seriedad: “Babu, ¿qué debo hacer con mi vida?”. Y el maestro respondió: “Enséñales valores a todos. Sé el cambio que esperas ver en el mundo”. A educar, entonces, con el ejemplo y a erradicar de raíz cualquier obstáculo que demore la realización de nuestras metas de liberación.

Optemos por ir al punto, por ser sinceros y nunca, nunca, nunca, permanecer en silencio mientras un animal esté sufriendo.

 
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Posted by on February 9, 2015 in Activismo efectivo

 

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La envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento

proud

Napoleón I estaba en lo correcto cuando dijo que la envidia era una declaración de inferioridad. Esto lo vemos y lo comprobamos todos los días, especialmente cuando el envidioso queda atascado en el odio y la crítica vehemente mientras que el objeto de su envidia avanza a pasos agigantados hacia metas concretas. Eso precisamente es lo que ha estado sucediendo últimamente con los “enemigos” de PETA que ávidos por sembrar el desprestigio y la confusión han llenado las redes sociales con comentarios carentes de bases y pruebas concretas en contra de una organización que goza del apoyo incondicional de millones de personas en el mundo entero. Cuando la gente se sienta frente a una computadora y cree a pie juntillas todo lo que se publica en el Internet, es su naturaleza humana la que los lleva a juzgar y a criticar sin interesarse, ni por un minuto, en evaluar situaciones extremas que solamente tienen el propósito de engañar a la opinión pública o por lo menos, sembrar la confusión y la duda.

Para quienes aún no lo saben, el trabajo vital que PETA realiza al sureste de Virginia y al noreste de Carolina del Norte ha venido ayudado a miles de animales de compañía por más de una década. Los trabajadores de campo de PETA enfrentan, a diario, terribles casos de crueldad, abuso y abandono. Trabajan las 24 horas del día, 7 días a la semana y las llamadas de emergencia a sus “pagers” no cesan de llegar. En medio de huracanes, olas de calor extremo, tormentas de nieve, vórtices polares, PETA rescata gatos atrapados en árboles o desagües; patitos perdidos en drenajes; perros encadenados y condenados a sufrir las inclemencias del clima y cualquier otro animal que necesite ayuda. Algunos animales rescatados se reúnen posteriormente con sus agradecidos guardianes y otros son llevados a diferentes albergues donde tendrán la posibilidad de ser adoptados. PETA ayuda a que algunos guardianes se queden con sus animales ofreciéndoles entrenamiento y consejos para mejorar su comportamiento y ayudándolos a encontrar viviendas que acepten animales.

Aunque PETA cuenta con un programa de adopción, no tiene un albergue tradicional. La gran mayoría de animales que PETA acepta son animales que han sido rechazados por otros albergues del área. Los rechazan porque son animales obviamente inadoptables debido a problemas de enfermedad extrema, agresión incontrolable, o porque son muy viejos y se encuentran sufriendo. Cada año PETA produce un reporte en el que se indica claramente el número de animales que han recogido, que han sido adoptados y que han sido eutanizados, con la esperanza de seguir incentivando al público para que los problemas de abuso, negligencia y abandono de animales de compañía en todo el país terminen.

PETA se hace responsable por los animales que nadie quiere: los enfermos, los heridos, los viejos, los agresivos, los anti-sociales, los abandonados que son tirados a la calle cuando ya nadie los quiere.  PETA también recibe animales que son rechazados en albergues “no-eutanásicos”. El personal de PETA hace todo lo humanamente posible por ayudarlos, los alimenta, cura sus heridas, les proporcionan un lugar para descansar y los tratan con mucho cariño; pero, algunas veces, estos animales necesitan descansar finalmente de todos sus sufrimientos y son humanamente eutanizados. Si el público no desea lidiar con estas muertes, la respuesta al problema es la prevención y la tenencia responsable de animales domésticos. Debemos detener a los guardianes irresponsables, a los criadores y a los propietarios de granjas de cachorritos, que motivados por el lucro, producen más y más animales que eventualmente serán abandonados a su suerte.

PETA tiene tres clínicas de esterilización móviles que operan en áreas de bajos ingresos en Virginia y Carolina del Norte. Las clínicas ofrecen cirugías de esterilización gratuitas o a muy bajo costo al igual que otros servicios como tratamientos anti-parasitarios y  vacunas. Desde que la primera clínica inició sus operaciones en el 2001, PETA ha esterilizado más de 100,000 animales.

No debemos olvidar que muchos rumores falsos, engañosos y malintencionados son esparcidos y propagados en las redes sociales por organizaciones como el mal denominado “Centro de Libertad del Consumidor” (Center for Consumer Freedom), un grupo compuesto por la tabacalera Philip Morris, la compañía de bistecks Outback, Kentucky Fried Chicken, ganaderos, y otros abusadores que matan a millones de animales anualmente. A esta organización no la mueve la compasión o la preocupación por los consumidores, sino simplemente la codicia. Es precisamente por eso que la conocida publicación USA Today ha sugerido que cambien su nombre por el más apropiado apelativo de “FatforProfit.com”.

En esta época tecnológica en la que la información está al alcance de nuestras manos, lo único que el público necesita es investigar quién y por qué razones grupos como ese pueden estar tan interesados en desprestigiar a PETA, a sus empleados y a sus dirigentes. Es muy fácil criticar y juzgar cuando uno nunca ha caminado en los zapatos de alguien que lidia con la crueldad y el abuso todos los días de su vida; cuando los ojos de un animal sufriente nos suplican que terminemos con sus suplicios. Desde la comodidad de sus computadoras es mucho más fácil y, en mi opinión, más cobarde, producir adjetivos peyorativos y diatribas contra una organización no solamente efectiva sino también consecuente.

Calificarnos de “extremistas” cuando se trata de aliviar el sufrimiento de los animales, no es un insulto. Todo lo contrario, es un halago, pues para nosotros no hay excusa para el maltrato ni la crueldad. Calificarnos de “terroristas” es también inexacto; los terroristas están en los mataderos, en los circos, en los laboratorios de experimentación y en los cosos taurinos. Los terroristas son los especistas que abusan de otras criaturas creyendo tener el derecho a masacrarlos. Calificarnos de “enemigos de la raza humana” es un error, pues nos pasamos la vida educando, convirtiendo, y previniendo para que los animales no-humanos no sufran consecuencias desastrosas en sus vidas.

La causa de los animales, como toda otra causa social, ha pasado por las clásicas etapas de burla, negación, controversia y aceptación. ¿No fueron Gandhi, César Chávez, Martin Luther King y otros luchadores sociales también considerados locos, extremistas y terroristas en sus respectivas épocas? Así es, y ciertamente podemos decir que estamos en muy buena compañía.

He tratado de ser totalmente objetiva al presentar esta información sobre PETA, porque en el plano personal debo confesar (y todo el mundo lo sabe) que estoy totalmente parcializada con su trabajo, sus estrategias, sus proyectos, y sus decisiones. Al ser también humanos, cometer errores u omisiones es una posibilidad, pero en las décadas en las que he estado asociada con ellos no he sido testigo de ninguno. PETA cuenta con mi total e incondicional apoyo en todo sentido: económico, moral, emocional y de acción efectiva. Todas mis lealtades están con ellos, no solamente porque conozco personalmente a varios de sus empleados, dirigentes y el trabajo que realizan, sino porque su compromiso con la causa de los animales es concreto, real, diario y efectivo.

PETA salva vidas y trabaja incansablemente por los derechos de los animales. Y si te queda alguna duda, aquí te dejo una pequeña muestra de lo que he afirmado:

 
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Posted by on February 4, 2015 in Activismo efectivo, PETA

 

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