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¡Boicot al aceite de palma!

orangutanes

La gran mayoría de las personas, seducidas por las promesas que ofrecen las propagandas o creyendo que su bolsillo no se verá tan afectado, no tiene la costumbre de leer las etiquetas de los productos que compra. Generalmente, y creyendo que le hacen un favor a su economía, optan por los productos más baratos, que a la larga, siempre le resultan caros a alguien.

En este caso, el aceite de palma se constituye como un producto que parece ser inofensivo pero que al esconderse en productos de consumo diario o en cosméticos, resulta letal para especies animales que luchan arduamente por sobrevivir.

En la actualidad, miles de personas que se autodenominan “ambientalistas” desconocen que, usado como aditivo en jabones, cosméticos, alimentos, o procesado como biocombustible, este tipo de aceite y todas sus variedades es uno de los principales culpables de la crisis medio ambientalista de estos tiempos.

El aceite de palma proviene de las selvas de Indonesia y Malasia en las que más de 65,000 kilómetros cuadrados ya han desaparecido para dar lugar a las plantaciones de aceite de palma. La quema de estas áreas produce tal cantidad de dióxido de carbono que Indonesia es considerada el tercer país que más contamina al mundo. Y por si esto no fuera lo suficientemente terrible, la mayor desgracia de la producción del aceite de palma es la destrucción total del hábitat de orangutanes, rinocerontes de Sumatra, tigres y otros animales en peligro de extinción.

El aceite de palma se encuentra escondido en muchísimos productos de consumo diario: brillo de labios, jabones, chocolates, barras energéticas, galletas saladas, donas, palomitas de maíz para micro ondas, y algunos productos de marca altamente reconocidos como los chocolates Hershey’s Kisses y las galletas Oreos. En los Estados Unidos, este letal aceite incluso estaba presente en las tradicionales galletas que las Girls Scouts venden cada año en grandes cantidades; pero gracias a la oportuna y consciente intervención de dos de sus miembros, Madison Vorva y Rhiannon Tomtishen que se negaron a venderlas, la organización hizo que el aceite de palma fuera reemplazado por otro ingrediente.

La indiferencia del público respecto a la nocividad de este aceite es indignante puesto que puede ser fácilmente reemplazado por otros aceites vegetales saludables. Cada una de las 30 millones de toneladas que se usan anualmente en todo el mundo puede ser reemplazada, por ejemplo, por aceite de canola proveniente de áreas donde no se incurre en ningún tipo de desastre ecológico.

Miles de orangutanes no solamente han perdido sus hábitats sino también la vida debido a las plantaciones de aceite de palma que, en su afán de lucro desmedido, no son conscientes del daño irreparable que ocasionan a estos nobles animales. Muchos voluntarios en Indonesia y Malasia han recibido un entrenamiento especial para intentar rescatar a los orangutanes bebés que perdieron a sus padres y familiares debido a la explotación del aceite de palma. Los voluntarios emiten una mezcla de sonidos similares a los que una mamá orangután produciría cuando está con sus hijos y eso les ayuda a que los bebés aprendan a tenerles confianza. Sin los cuidados de estos voluntarios los bebés orangutanes no tendrían ninguna posibilidad de sobrevivir. Los bebés que llegan a los santuarios son extremadamente vulnerables y encuentran muy estresados luego de ver morir a sus padres o de perder su hábitat y a sus congéneres.

Los orangutanes son una de las especies más amenazadas en Indonesia y, muy frecuentemente, la policía tiene que intervenir y arrestar a gente que los maltrata. Hace quince años toda el área de Burmeo estaba poblada de bosques que eran los hogares de los orangutanes, pero cuando las plantaciones de palma y las minas de carbón se expandieron, el calvario de estos inteligentes simios empezó. Los orangutanes no solamente son expulsados o asesinados sino que también son vendidos a quienes los quieran comprar por ínfimos precios. Es muy probable que esos traficantes los terminen vendiendo a circos o a zoológicos de dudosa reputación.

Los dueños de las plantaciones niegan todas las acusaciones pero el problema mayor se concentra en el hecho de que si no se actúa en defensa de estos animales, ellos terminarán extinguiéndose en un tiempo récord.

Cerca del 90% de los orangutanes viven en Indonesia y es por eso que, aunque el gobierno de ese país se ha comprometido a proteger a estos primates, aún no hacen nada concreto por eliminar las plantaciones de palma.

Pero, ¿quién tiene el poder de detener la masacre de los orangutanes en un plazo más corto? Es el público consumidor quien puede cambiar el destino de todos estos animales que, a pesar de estar parcialmente protegidos por la ley, siguen muriendo por miles. Una de las maneras más efectivas  de terminar con este tipo de explotación es iniciar un boicot total a los productos que aún utilizan aceite de palma. Y este boicot no consiste en sentarse y quejarse en las redes sociales sino en tomar una posición activa y efectiva. Es también importante educar a todas las personas que conozcamos sobre lo que les sucede a los orangutanes, enseñándoles a leer las etiquetas de los productos que contienen aceite de palma y a optar por alternativas libres de crueldad.

Es cierto que el activismo por los derechos de los animales muchas veces comprometerá nuestras decisiones; es también cierto que implicará sacrificios en nuestras acciones y preferencias diarias, pero, al poner en la balanza, nuestras costumbres y el valor de la vida de un animal, creo que la gran mayoría de las personas empáticas y conscientes, elegirán salvarle la vida a los animales y al planeta antes de parecer crueles y totalmente egoístas.

A la gran mayoría de activistas por los derechos de los animales no nos importa hacer ningún tipo de sacrificios si la meta final es ayudar a los animales; pero a algunas personas se les hace difícil, por ejemplo, dejar de consumir o comprar sus productos favoritos a pesar de saber que al hacerlo, contribuyen a la explotación de los animales. Asimismo, debemos hacer hincapié que el consumidor promedio, activista o no, en la mayoría de los casos, desconoce si hay algo oculto o turbio en el producto que consume, especialmente si no se establece una relación directa con la explotación de los animales.

Un caso típico es el consumo de Nutella, una crema dulce de avellanas que fue creada en 1965 por Pietro Ferrero como reemplazo a la ausencia de chocolate durante la guerra. Uno de los principales ingredientes de esta crema (que no es vegana) es el aceite de palma y ya sabemos que este aceite es el principal culpable de la crueldad contra los orangutanes, del daño total a ecosistemas irremplazables y del agravamiento del cambio climático.

A pesar del grave daño al medio ambiente y a sus criaturas, organizaciones como Greenpeace no han atacado frontalmente a dicho producto. Para quienes trabajamos en organizaciones de defensa animal serias y consecuentes esto no es una sorpresa. Nunca faltan las posiciones tibias, hipócritas o cómplices en las que los enemigos de los animales no llegan a ser “tan malos” o “tan crueles” después de todo. Estas posiciones que solamente indican una clara traición a los animales, generalmente están motivadas por motivos económicos, de lucro o conveniencia.

Cuando alguien decide dedicar su vida a la causa de los animales, el compromiso debe ser total y consecuente. La lealtad al movimiento debe ser una prioridad infaltable pues estamos involucrados en un tema de justicia social. ¿Podríamos trabajar por los derechos de los niños y determinar que la violación de una niña de 12 años no es tan mala como la violación de un bebé? ¿Podríamos aceptar que una mujer golpeada a puño limpio es menos víctima que una abusada con algún instrumento de tortura? Lo mismo sucede en el mundo de la defensa animal donde algunas organizaciones siempre encuentran excusas para los abusadores de los animales.

Ese es el caso de Greenpeace que afirma que el boicot contra Nutella no debería suceder porque no es el único producto que utiliza aceite de palma. Es más, afirman que la compañía está realizando “grandes esfuerzos” para comprar su aceite de palma de proveedores que operan con responsabilidad ambiental. Los “grandes esfuerzos” no les sirven de nada a los animales, sobre todo cuando el fabricante de Nutella tiene la capacidad de reemplazar ese nefasto ingrediente sin alterar el gusto de la crema. Como siempre, el factor económico está presente; como siempre, para ellos es más fácil permitir la explotación de un animal inocente y destruir el medio ambiente mientras sus arcas se llenan de dinero corrupto y manchado de sangre. Su mejor aliado es el consumidor ignorante, indeciso, indiferente o egoísta a quien solo le importa tener disponible su crema favorita.

Consumir productos confeccionados con aceite de palma tampoco es favorable para la salud ya que pese a su origen natural, se está consumiendo grasa saturada que incrementará el colesterol y si a eso añadimos el empleo de niños en los campos de cultivo y las inseguras y precarias condiciones de trabajo en ellos, la situación empeora notablemente.

La elección ética y decente es simple. Consumir aceite de palma, en cualquiera de sus formas, es perjudicial para el medio ambiente e implica crueldad contra los animales. Punto final. Por lo tanto, si queremos ayudar a los orangutanes, animales fascinantes e inteligentes que definitivamente merecen vivir en paz en su ambiente natural, libres de cualquier tipo de crueldad.

 

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