Los republicanos siguen destripándose sin piedad en su camino a la nominación presidencial; pero uno de ellos merece una mención especial por haber sido cruel con los animales. En este caso, su propio perro Seamus.
Resulta que hace un tiempo, Mitt Romney y su familia decidieron hacer un viaje de 12 horas por carretera, de Boston a Ontario. Como la familia es numerosa, no había lugar en el auto para Seamus, así que a Mitt se le ocurrió la brillante idea de colocarlo en una jaula y amarrarla en el techo del auto. No tengo que explicarles lo rápido que van los autos por la carretera ni mencionar otros inconvenientes relacionados con el clima. Hasta el ser más estúpido del mundo sabría que ésta no era una buena idea.
De repente, los hijos de Romney notaron que un líquido oscuro corría por las ventanas del auto. Seamus, probablemente aterrorizado por su situación, tenía diarrea. Entonces Romney, generalmente caracterizado por su actitud robótica e indiferente, se detuvo en una estación de gas y tomando una manguera – cual rochabús rompe manifestaciones – enjuagó a presión al pobre animal sin siquiera sacarlo de su jaula o confortarlo.
Actitudes como ésta, son las que hacen que los votantes americanos rechacen a Romney. Si trata así a un animal indefenso y asustado, ¿cómo lidiará entonces con situaciones relacionadas a otros seres vivientes? Asimismo, su actitud carente de emociones caracteriza su frialdad al despedir a empleados en estas difíciles épocas de recesión y su falta de apoyo a iniciativas que beneficiarían a personas necesitadas.
La actitud de Romney fue definitivamente cruel y maligna, pero sus contendores no se quedan atrás. Todos recordamos los casos de acoso sexual de Herman Cain, o la adicción al alcohol, las pastillas y la infidelidad de Newt Gingrich.
Parece ser que los republicanos tendrán que escoger el mal menor; pero si Romney pierde la nominación, propongo que lo agarren a manguerazos para hacerle pagar su karma por lo que le hizo a Seamus.
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